Trabajo estable, pareja, amigos, viajes, restaurantes, ropa de marca, brunch los domingos…
Desde fuera, parecía una vida perfecta.
Pero por dentro, había algo que no encajaba.
Una especie de tristeza sin motivo. Una sensación de vacío que aparecía en los momentos en los que me quedaba solo.
A veces pensaba: “¿Será que soy un desagradecido? ¿Cómo puedo sentirme así con la vida que tengo?”
Pero no lo hablaba con nadie. Porque, claro… ¿quién me iba a entender?
Ni yo mismo lo entendía.
No me sentía “roto”, solo… perdido.
Probé de todo. Libros. Charlas. Escapadas. Compras. Planes. Pero esa sensación seguía ahí.
Hasta que un día, escuché algo que me removió por dentro:
“No es que tengas que cambiar tu vida. Es que tienes que mirar dentro.”
Y ahí empecé mi verdadero viaje.
Un viaje al interior que me permitió descubrir, que ciertos patrones inconscientes me hacían sentir de esta manera.
No tuve que ir a la montaña a meditar. No dejé mi trabajo ni rompí con todo. Solo me atreví a mirar hacia dentro (pero de verdad).
Y lo que descubrí me transformó.
Hoy ya no necesito aparentar estar bien. ¿Sabes por qué? Porque lo estoy.
Si tú también conoces a alguien que lo tiene “todo” pero siente que algo falta…
Este viaje también puede ser para esa persona.